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RUTINAS

RUTINAS

José tenía una rutina, que era casi una religión: los jueves, pesca con 3 amigos. Llevaban años haciéndolo; poco importaba la lluvia, el frío, el viento. Era casi un sacrilegio dejar de ir.

Pero aquel miércoles se había levantado diferente. Había soñado con sus padres, muertos ambos muchos años antes. Y él, que era poco amigo de visitar cementerios y tumbas, decidió que tenía que ir, que tenia que llevarles unas flores.

El problema eran los 400 Km. que separaban su casa de la morada definitiva de sus padres. Pero no se lo pensó ni un minuto. Llamó a Raquel, su hermana,  para avisarle que iría para su casa, preparó la moto de alta cilindrada que acababa de comprarse, dejó organizado el trabajo del jueves e  invitó a su hijo para que lo acompañe. Y por último llamó a sus compañeros de pesca para decirles que ese jueves no contaran con él. No les sentó bien a los otros que los dejara en la estacada, justo ese día que tenían tan buenas perspectivas. Pero fue bien claro: no puedo, el corazón me pide una visita a mis padres y no quiero postergarlo, algo me dice que debo hacerlo ya. Y ahí fue.

Cuando iba a salir para el cementerio, le dejó a Raquel el móvil y le dijo que le atendiera las llamadas, que el prefería no llevarlo al cementerio.

Y al rato, comenzó a sonar el teléfono con insistencia. Raquel no alcanzaba a comprender lo que pasaba, pero le resultaba muy extraño que los que llamaban preguntaban por José con voz ansiosa, de cierta preocupación. Raquel contestaba a todos lo mismo: está en el pueblo de su familia, ha salido en este momento, luego te llama. Y a los que estaban del otro lado de la línea,  se los oía respirar con más tranquilidad y suavizárseles la voz.

Cuando José volvió a casa de Raquel, ésta le informó de la cantidad de llamadas que había recibido, ante la sorpresa de José, que no acostumbraba a recibir tantas. Y en eso, llama su mujer, un poco asustada. -Oye... que no se que pasa, pero te ha llamado mucha gente, todos preguntaban que donde estabas, que si te habías ido a pescar. Ya les he explicado a todos que no, que hoy estás en tu pueblo. Pero esta situación es rara.

Hasta que recibe una llamada que él mismo coge:

-Somos de la policía... es usted José?

-El mismo... en que puedo ayudarlos?

-Hemos encontrado su permiso de pesca y cosas con sus datos en un coche que ha sufrido un accidente esta madrugada, cerca de la laguna. Han muerto los tres ocupantes y a usted ya casi lo dábamos por desaparecido.

-         Vaya... pues no, aquí estoy, hoy mis padres decidieron que yo no debía ir a pescar. Otra vez me han dado la vida.

  

(Historia real, hechos pasados hace apenas unos meses)

 

3 comentarios

kasi_siempre -

¡Que actualice, que actualice, que actua-li-ce...!!

el niño de la estación -

¡Joder...! A mí también se me han puesto casi todos los pelos de punta. Vaya historia. No se que más añadir, me he quedado sin palabras.

kasi_siempre -

¡Qué fuerteee...! La verdad es que se me han puesto los pelos como escarpias. Dices que es un hecho real, pero es un argumento buénisimo, también para ficción. La realidad y la fantasía caminan juntas de la mano más veces de las que nos pensamos.
Besitos intrigantes. :S